El
desarrollo psicosocial en los primeros tres años.
Aunque
los bebés comparten patrones comunes de desarrollo, desde el inicio cada uno
muestra una personalidad distinta: la mezcla relativamente constante de
emociones, temperamento, pensamientos y conducta que hace única a cada persona.
Las emociones como la tristeza, la alegría y el miedo, son reacciones
subjetivas ante diversas experiencias que se asocian con cambios fisiológicos y
conductuales. La cultura influye en lo que siente la gente acerca de una
situación y en la forma en que expresa sus emociones. Durante el primer mes los
recién nacidos suelen tranquilizarse ante el sonido de una voz humana o cuando
son tomados en brazos. A medida que pasa el tiempo los bebés responden más a
las personas, sonríen, arrullan, alargan la mano y, al final, se acercan a
ellos. El desarrollo de emociones es un proceso ordenado que despliega una
serie de emociones complejas a partir de otras más simples. Las emociones autoconscientes, como el
bochorno, la empatía y la envidia, solo aparecen después de que los niños han
desarrollado la conciencia de sí mismos: la comprensión cognoscitiva de que
poseen una identidad reconocible, separada y diferente del resto del mundo. El
desarrollo del cerebro después del nacimiento se relaciona de manera estrecha
con los cambios de vida emocional: las experiencias emocionales no solo son
influidas por el desarrollo del cerebro sino que también pueden tener efectos
duraderos sobre la estructura. El temperamento tiene una dimensión emocional,
pero a diferencia de las emociones que vienen y van, como el temor, el
entusiasmo y el aburrimiento, es bastante estable y duradero. Las diferencias
individuales entre temperamentos, que se creen se derivan de la estructura
biológica de una persona, constituyen el núcleo de la personalidad en
desarrollo. El temperamento parece ser en gran medida innata, probablemente
hereditaria y bastante estale. Sin embargo, eso no significa que el
temperamento este completamente formado al nacer. El temperamento se desarrolla
a medida que aparecen varias emociones y capacidades de autorregulación y
pueden cambiar en respuesta al trato de los padres y otras experiencias de la
vida. En el temperamento también repercuten prácticas de crianza influidas por
la cultura.
La relación frecuente y
positiva de un padre con su hijo, desde la infancia, tiene una influencia
directa en el bienestar y desarrollo físico, cognoscitivo y social del niño. La
importancia de la sensibilidad materna (y paterna) ha recibido el apoyo de
muchos estudios. Una de las diferencias
conductuales entre niños y niñas, que aparecen entre las edades de uno y dos
años, son las preferencias por los juguetes y las actividades de juegos, así
como por compañeros de juego del mismo sexo. Entre los dos y tres años, niños y
niñas dicen más palabras que corresponden a su sexo (como tractor frente a
collar) más que el sexo opuesto.
El apego es un vínculo emocional
reciproco y duradero entre el infante y su cuidador, cada uno de los cuales
contribuyen a enriquecer la calidad de la relación. De acuerdo con la teoría
etológica, los infantes y los padres tienen una predisposición biológica a
apegarse entre sí, relación que fomenta la supervivencia del bebé. Los bebes
con apego seguro lloran o protestan cuando la madre sale y la saludan con mucho
gusto a su regreso. Los bebes con un apego evasivo rara vez lloran cuando la
madre se aleja, pero la evitan a su regreso. Los bebes con apego ambivalente
(resistente) muestran ansiedad incluso antes de la salida de su madre y parecen
muy molestos cuando ella desaparece. Otra investigación identifico un cuarto
patrón de apego, el apego desorganizado-desorientado. Los bebes que siguen este
patrón parecen carecer de una estrategia organizada para lidiar con el estrés
de la situación desconocida. Más bien muestran conductas contradictorias,
repetitivas o mal dirigidas (buscan la cercanía del desconocido en lugar de la
madre). El apego refleja confianza: el apego inseguro desconfianza. Los bebés
con apego seguro han aprendido a confiar no sólo en sus cuidadores sino también
en su capacidad para obtener lo que necesitan. En consecuencia, los que lloran
mucho y cuyas madres responden de manera sensible y tranquila a desarrollar un
apego seguro.
Cuando los bebés miran a sus cuidadores
al encontrarse con una persona o un juguete nuevo participan en un acto de
referencia social., esto es, la búsqueda de información emocional que guie su
conducta. Mediante la referencia social una persona logra entender cómo actuar
en una situación ambigua, confusa o poco familiar al buscar e interpretar la
percepción que otra persona tiene de ella. El autoconcepto es la imagen que
tenemos de nosotros mismos, el cuadro total de nuestros rasgos y capacidades.
Describe lo que conocemos y sentimos acerca de nosotros y dirige acciones. Al
menos a los tres meses los bebés prestan atención a su imane en el espejo, los
pequeños de cuatro a nueve meses muestran más interés en las imágenes de otros
que en las suyas. A media que los niños maduran – a nivel físico, cognoscitivo
y emocional - se sienten motivados para
independizarse de los adultos a los que están apegados. Los niños pequeños
necesitan que los adultos establezcan limites apropiados y la vergüenza y la
duda los ayudan a reconoceré la necesidad de esos límites. La socialización es
el proceso por el cual los niños desarrollan hábitos, habilidades, valores y
motivos que los convierten en miembros productivos y responsables de la
sociedad. Debe tener autorregulación para controlar su conducta para entender
las peticiones o expectativas de un cuidador, incluso cuando esté no está
presente. La autorregulación es la base de la socialización y se relaciona con
todos los dominios del desarrollo, físico, cognoscitivo, emocional y social. Para
que los niños puedan desarrollar la conciencia es necesario que antes haya
internalizado las normas morales. La conciencia depende de que el niño tenga la
disposición de hacer lo correcto porque lo considera correcto, no sólo porque
alguien le dice que lo haga. Las relaciones entre hermanos desempeñan un papel
distinto en la socialización. Los conflictos entre ellos pueden convertirse en
medio para entender las relaciones sociales. Por lo general, los bebes se
apegan a sus hermanos mayores. Si bien puede
estar presente la rivalidad, también lo está el afecto. A medida que aumenta la
comprensión cognoscitiva y la social, los conflictos entre hermanos suelen
volverse más constructivos y el hermano menor participa en los intentos de
reconciliación. La socialización también recibe la influencia de la
experiencia: los bebes que pasan tiempo con otros bebes, como en la guardería,
son más sociables antes que los niños que permanecen en casa casi todo su
tiempo.
Un factor que se debe
considerar en el efecto del trabajo materno fuera del hogar es el tipo de
cuidado sustituto que recibe el niño. Es importante que haya poca rotación en
el personal; los bebés necesitan un cuidado constante para desarrollar
confianza y apegos seguros.
Aunque la mayoría de los padres son
cariñosos, algunos no pueden proporcionar a sus hijos un cuidado apropiado y
otros los agreden deliberadamente. Existe el abuso físico, la negligencia, el
abuso sexual y el maltrato emocional. También está el síndrome del bebé
sacudido es una forma de maltrato que padecen sobre todo niños menores de dos
años. Un cuidador que se siente frustrado o enojado por el llanto de un bebé y
que no puede manejar es estrés o tiene expectativas poco realistas sobre la
conducta del niño puede perder el control y sacudir al pequeño que llora en un
intento desesperado por hacerlo callar. Dos factores asociados con el maltrato
infantil son la violencia social y el castigo físico a los niños. Las
consecuencias del maltrato pueden ser físicas, emocionales, cognoscitivas y
sociales y es común que estén interrelacionadas. Las consecuencias a largo
plazo pueden incluir mala salud física, mental y emocional. Muchos niños
maltratados muestran resiliencia notable. Es optimismo, la autoestima, la
inteligencia, la creatividad, el humor y la independencia son factores de
protección, así como el apoyo social de un adulto cariñoso. Las experiencias de
los tres primeros años de vida ponen los cimientos para el desarrollo futuro.
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