viernes, 21 de marzo de 2014

UNIPAC- El desarrollo psicosocial en los primeros tres años.

El desarrollo psicosocial en los primeros tres años.
Aunque los bebés comparten patrones comunes de desarrollo, desde el inicio cada uno muestra una personalidad distinta: la mezcla relativamente constante de emociones, temperamento, pensamientos y conducta que hace única a cada persona. Las emociones como la tristeza, la alegría y el miedo, son reacciones subjetivas ante diversas experiencias que se asocian con cambios fisiológicos y conductuales. La cultura influye en lo que siente la gente acerca de una situación y en la forma en que expresa sus emociones. Durante el primer mes los recién nacidos suelen tranquilizarse ante el sonido de una voz humana o cuando son tomados en brazos. A medida que pasa el tiempo los bebés responden más a las personas, sonríen, arrullan, alargan la mano y, al final, se acercan a ellos. El desarrollo de emociones es un proceso ordenado que despliega una serie de emociones complejas a partir de otras más simples.  Las emociones autoconscientes, como el bochorno, la empatía y la envidia, solo aparecen después de que los niños han desarrollado la conciencia de sí mismos: la comprensión cognoscitiva de que poseen una identidad reconocible, separada y diferente del resto del mundo. El desarrollo del cerebro después del nacimiento se relaciona de manera estrecha con los cambios de vida emocional: las experiencias emocionales no solo son influidas por el desarrollo del cerebro sino que también pueden tener efectos duraderos sobre la estructura. El temperamento tiene una dimensión emocional, pero a diferencia de las emociones que vienen y van, como el temor, el entusiasmo y el aburrimiento, es bastante estable y duradero. Las diferencias individuales entre temperamentos, que se creen se derivan de la estructura biológica de una persona, constituyen el núcleo de la personalidad en desarrollo. El temperamento parece ser en gran medida innata, probablemente hereditaria y bastante estale. Sin embargo, eso no significa que el temperamento este completamente formado al nacer. El temperamento se desarrolla a medida que aparecen varias emociones y capacidades de autorregulación y pueden cambiar en respuesta al trato de los padres y otras experiencias de la vida. En el temperamento también repercuten prácticas de crianza influidas por la cultura.  
La relación frecuente y positiva de un padre con su hijo, desde la infancia, tiene una influencia directa en el bienestar y desarrollo físico, cognoscitivo y social del niño. La importancia de la sensibilidad materna (y paterna) ha recibido el apoyo de muchos estudios.  Una de las diferencias conductuales entre niños y niñas, que aparecen entre las edades de uno y dos años, son las preferencias por los juguetes y las actividades de juegos, así como por compañeros de juego del mismo sexo. Entre los dos y tres años, niños y niñas dicen más palabras que corresponden a su sexo (como tractor frente a collar) más que el sexo opuesto.
El apego es un vínculo emocional reciproco y duradero entre el infante y su cuidador, cada uno de los cuales contribuyen a enriquecer la calidad de la relación. De acuerdo con la teoría etológica, los infantes y los padres tienen una predisposición biológica a apegarse entre sí, relación que fomenta la supervivencia del bebé. Los bebes con apego seguro lloran o protestan cuando la madre sale y la saludan con mucho gusto a su regreso. Los bebes con un apego evasivo rara vez lloran cuando la madre se aleja, pero la evitan a su regreso. Los bebes con apego ambivalente (resistente) muestran ansiedad incluso antes de la salida de su madre y parecen muy molestos cuando ella desaparece. Otra investigación identifico un cuarto patrón de apego, el apego desorganizado-desorientado. Los bebes que siguen este patrón parecen carecer de una estrategia organizada para lidiar con el estrés de la situación desconocida. Más bien muestran conductas contradictorias, repetitivas o mal dirigidas (buscan la cercanía del desconocido en lugar de la madre). El apego refleja confianza: el apego inseguro desconfianza. Los bebés con apego seguro han aprendido a confiar no sólo en sus cuidadores sino también en su capacidad para obtener lo que necesitan. En consecuencia, los que lloran mucho y cuyas madres responden de manera sensible y tranquila a desarrollar un apego seguro.
Cuando los bebés miran a sus cuidadores al encontrarse con una persona o un juguete nuevo participan en un acto de referencia social., esto es, la búsqueda de información emocional que guie su conducta. Mediante la referencia social una persona logra entender cómo actuar en una situación ambigua, confusa o poco familiar al buscar e interpretar la percepción que otra persona tiene de ella. El autoconcepto es la imagen que tenemos de nosotros mismos, el cuadro total de nuestros rasgos y capacidades. Describe lo que conocemos y sentimos acerca de nosotros y dirige acciones. Al menos a los tres meses los bebés prestan atención a su imane en el espejo, los pequeños de cuatro a nueve meses muestran más interés en las imágenes de otros que en las suyas. A media que los niños maduran – a nivel físico, cognoscitivo y emocional -  se sienten motivados para independizarse de los adultos a los que están apegados. Los niños pequeños necesitan que los adultos establezcan limites apropiados y la vergüenza y la duda los ayudan a reconoceré la necesidad de esos límites. La socialización es el proceso por el cual los niños desarrollan hábitos, habilidades, valores y motivos que los convierten en miembros productivos y responsables de la sociedad. Debe tener autorregulación para controlar su conducta para entender las peticiones o expectativas de un cuidador, incluso cuando esté no está presente. La autorregulación es la base de la socialización y se relaciona con todos los dominios del desarrollo, físico, cognoscitivo, emocional y social. Para que los niños puedan desarrollar la conciencia es necesario que antes haya internalizado las normas morales. La conciencia depende de que el niño tenga la disposición de hacer lo correcto porque lo considera correcto, no sólo porque alguien le dice que lo haga. Las relaciones entre hermanos desempeñan un papel distinto en la socialización. Los conflictos entre ellos pueden convertirse en medio para entender las relaciones sociales. Por lo general, los bebes se apegan a sus hermanos mayores. Si bien puede estar presente la rivalidad, también lo está el afecto. A medida que aumenta la comprensión cognoscitiva y la social, los conflictos entre hermanos suelen volverse más constructivos y el hermano menor participa en los intentos de reconciliación. La socialización también recibe la influencia de la experiencia: los bebes que pasan tiempo con otros bebes, como en la guardería, son más sociables antes que los niños que permanecen en casa casi todo su tiempo.
Un factor que se debe considerar en el efecto del trabajo materno fuera del hogar es el tipo de cuidado sustituto que recibe el niño. Es importante que haya poca rotación en el personal; los bebés necesitan un cuidado constante para desarrollar confianza y apegos seguros.
Aunque la mayoría de los padres son cariñosos, algunos no pueden proporcionar a sus hijos un cuidado apropiado y otros los agreden deliberadamente. Existe el abuso físico, la negligencia, el abuso sexual y el maltrato emocional. También está el síndrome del bebé sacudido es una forma de maltrato que padecen sobre todo niños menores de dos años. Un cuidador que se siente frustrado o enojado por el llanto de un bebé y que no puede manejar es estrés o tiene expectativas poco realistas sobre la conducta del niño puede perder el control y sacudir al pequeño que llora en un intento desesperado por hacerlo callar. Dos factores asociados con el maltrato infantil son la violencia social y el castigo físico a los niños. Las consecuencias del maltrato pueden ser físicas, emocionales, cognoscitivas y sociales y es común que estén interrelacionadas. Las consecuencias a largo plazo pueden incluir mala salud física, mental y emocional. Muchos niños maltratados muestran resiliencia notable. Es optimismo, la autoestima, la inteligencia, la creatividad, el humor y la independencia son factores de protección, así como el apoyo social de un adulto cariñoso. Las experiencias de los tres primeros años de vida ponen los cimientos para el desarrollo futuro.  
 


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