viernes, 21 de marzo de 2014

UNIPAC - “Capítulo 2: Los contenidos de la enseñanza”

“Capítulo 2: Los contenidos de la enseñanza”







Históricamente, la enseñanza ha sido considerada en el sentido estrecho de realizar las actividades que lleven al estudiante a aprender, en particular, instruirlo y hacer que ejercite la aplicación de las habilidades. Los nuevos estudios se enfocaron en la enseñanza para la comprensión, la cual implica que los estudiantes aprenden no sólo los elementos individuales en una red de contenidos relacionados sino también las conexiones entre ellos, de modo que pueden explicar el contenido de sus propias palabras y pueden tener acceso a él y usarlo en situaciones de aplicación apropiadas dentro y fuera de la escuela.
Como afirma Gimeno Sacristan (1996) “sin contenido no hay enseñanza cuando hay enseñanza es porque se enseña algo o se ordena el ambiente para que alguien aprenda algo.” Esta afirmación parece obvia para cualquier docente, todos enseñamos contenidos; sin embargo, en la práctica parece que ésta no es una preocupación de la mayoría de los docentes.  Se puede afirmar que estamos convencidos que para enseñar un saber basta con saberlo y no es necesaria ninguna reflexión adicional. Habría una pregunta por hacerse: ¿los saberes se modifican cuando se organizan para enseñarlos, o siguen siendo lo mismo?
            De esta manera, parece ser que no existiera relación entre lo que se enseña y la manera como se enseña; sin embargo, entre el qué de la enseñanza y el cómo de la misma existen estrechas relaciones: si un docente no tiene claro qué es lo que pretende enseñar, es poco frecuente que se pregunte acerca de cómo lo va a enseñar; esto no deja de lado que la manera como se enseñe un contenido transforme el mismo; en síntesis se puede decir que el ¿qué? y el ¿cómo? de la enseñanza son dos preguntas que están aparejadas.
            El tiempo en el aprendizaje es muy importante en muchos sentidos. Las personas aprenden desde que nacen hasta que mueren. Lo primero para educar a otros es haber vivido antes que ellos, es decir, no el simple haber vivido en general, sino haber vivido antes el conocimiento que desea transmitirse.  Por lo común los adultos y los viejos poseen este requisito frente a los muy pequeños, sobre todo en las sociedades más apoyadas en la memoria oral que en la escritura, pero la sabiduría tiene su propia forma de temporalidad y la experiencia crea un pasado de descubrimientos que siempre podemos transmitir a quien no lo comparte, aunque sea alguien en la cronología[1] biológica anterior a nosotros.

            Al final de cuentas todos somos maestros, solo que unos enseñamos en las aulas, otros enseñan en los hogares, otros en los medios de comunicación y otros en la calle. Los maestros que están en las aulas se dedican a instruir diferentes materias a los jóvenes, pero no pueden enseñarles las experiencias de vida de sus padres, si acaso las propias que pueden ser muy diferentes.
Los padres de familia son maestros en los hogares que dedican parte de su tiempo a enseñar a sus hijos lo que a su vez les enseño la vida, pero no pueden instruir toda la ciencia, tecnología, valores e historia que comprenden las materias cursadas en la escuela.
Los maestros que están en la calle, la gente que conforma la sociedad, enseñan con su comportamiento los usos y costumbres de la ciudad, del pueblo o de la pequeña comunidad, pero no pueden enseñar lo que los padres de familia enseñan a sus hijos, ni tampoco lo que instruyen los profesores en las escuelas.
Los que están en ese medio poderoso que es la TV informan y forman opinión, pero no pueden enseñar lo que instruyen los demás maestros, aunque igual influyen en la educación. La suma de toda esa gran variedad de conocimientos y actitudes de los maestros que están en las escuelas, en las casas, en la calle, en los medios de comunicación, y en más lugares todavía, de esta enorme escuela que es nuestra nación, es lo que vemos en los jóvenes, es lo que entre todos hemos podido enseñarles.
Por otra parte hay que aprender a cuestionar lo que nos enseñan y no solo tomarlo sin reflexión.             .El educador debe estar preparado para aprender a enseñar para enseñar a pensar, y este es un desafío significativo para la Nueva Educación o Educación Holística. Enseñar a pensar presupone dejar de lado la sobreprotección hacia el alumno, creyendo que el docente tiene todas las respuestas para todas las necesidades (afectivas, cognitivas, etc.) del alumno.
John Passmore establece las capacidades “abiertas y cerradas” de la educación. Las “cerradas” son capacidades que cuando alguien llega a saber poner en práctica, sabe hacerlas completamente y no cabe el progreso. Estas, una vez aprendidas pierden el interés, aunque siguen conservando su validez instrumental. Las capacidades “abiertas”, por el contrario, son de dominio gradual (se van adquiriendo poco a poco) y se van haciendo más sugestivas aunque también más inciertas a medida que se progresa en su destino del estudio, y nunca estarán completamente desarrolladas, siempre se podrán mejorar.
Por todo esto lo importante en la educación es enseñar a aprender y no a memorizar conocimientos proporcionados por otros, sino a partir de esos conceptos desarrollar nuestro propio pensamiento y concepto.
Según el conocido dictamen de Jaime Balmes, el arte de enseñar a aprender consiste en formar fábricas y no almacenes. Por supuesto, que dichas fabricas funcionan en el vacío si no cuentan con provisiones almacenadas a partir de las cuales elaboran nuevos productos, pero son algo más que una perfecta colección de conocimientos ajenos.
Juan Delval, opina que una persona capaz de pensar, de tomar decisiones, de buscar información relevante que necesita, de relacionarse positivamente con los demás y cooperar con ellos, es mucho más polivalente[2] y tiene más posibilidades de adaptación que el que solo posee una formación específica.
La educación de las personas será siempre la tarea social y humana más significativa ya que trabajar con la realidad humana para que despliegue todas sus posibilidades, es realmente planificador. Pues bien en esta tarea de desarrollar y fortalecer las posibilidades encerradas en el ser humano, la formación de la personalidad y el desencadenar un proceso que posibilite lograr adquirir una personalidad propia es un excelente proyecto. No hay persona sin proceso de formación de la personalidad.
Una de las principales tareas de la enseñanza ha sido por tanto promover modelos de excelencia y pautas de reconocimiento que sirvan de apoyo a la autoestima de los individuos. La autoestima se constituye en la esencia y motor del valor humano, teniendo en cuenta que solo valorándonos y haciendo un conocimiento profundo de nosotros mismos valoremos a nuestros semejantes.
La autoestima abarca muchos aspectos de la vida de una persona, por tanto si esta no es adecuadamente estimulada, puede truncar a una persona. La autoestima juega un papel importante en la vida de las personas ya que es el grado de satisfacción consigo mismo y la valorización personal. Es impórtate el tener un autoestima formada desde niños, para tener una proyección futura adecuada en el aprendizaje.
La figura del docente y su forma de interactuar son decisivas para la formación de la autoestima del alumno. Depende del grado de autoestima positiva que tenga el alumno, para que el docente pueda fomentar una autoestima positiva, deberá poseerla.


Bibliografía

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Concepcion de enseñanza/aprendizaje. (s.f.). Recuperado el 28 de 01 de 2014, de http://www.unter.org.ar/imagenes/10061.pdf.
Fingermann, H. (2010). El tiempo en el aprendizaje. Recuperado el 28 de 01 de 2014, de http://educacion.laguia2000.com/aprendizaje/el-tiempo-en-el-aprendizaje.
Guerrero, I. (2011). Todos somos maestros. Recuperado el 28 de 01 de 2014, de http://iguerrero.wordpress.com/2011/08/07/todos-somos-maestros/.
Los contenidos de la enseñanza. (s.f.). Recuperado el 28 de 01 de 2014, de http://cmap.upb.edu.co/rid=1173881654046_1622776789_6898/Los%20contenidos%20de%20la%20Ensenanza.pdf.
Russi, L. (s.f.). Educar para lo humano. Recuperado el 28 de 01 de 2014, de http://educarparalohumano.blogspot.mx/2011/11/aprender-ensenar-para-ensenar-pensar.html.
Savater, F. (1997). El valor de educar. Mexico: Instituto de Estudios Educativos y Sindicales de América.
The Free Dictionary. (2007). Recuperado el 28 de 01 de 2014, de http://es.thefreedictionary.com/polivalente.








[1] Sistema de medir el tiempo y determinar las fechas.
[2] Se aplica a la persona que tiene distintas capacidades.

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