El
desarrollo cognoscitivo en los primeros tres años.
Los
bebés nacen con la facultad de aprender de lo que ven, oyen, huelen, prueban y
tocan, y tienen cierta capacidad de recordad lo aprenden. El condicionamiento
clásico, es el que una persona aprende a dar una respuesta refleja, o
involucraría a un estímulo que al principio no suscitaba la respuesta. Mediante
el condicionamiento clásico, los niños anticipan un suceso antes de que ocurra,
porque forman asociaciones entre estímulos. El aprendizaje por condicionamiento
clásico se extingue si no se refuerza con asociaciones repetidas. En contraste, según el condicionamiento
operante, que se manifiesta cuando el bebé aprende que si balbucea despierta
una atención cariñosa, quien aprende actúa, es decir, opera sobre el ambiente. La
infancia es una época de grandes cambios y es poco probable que la retención de
experiencias concretas sea útil durante mucho tiempo. Por medio de la inteligencia como se le
entienden comúnmente, las personas adquieren, recuerdan y aprovechan el conocimiento,
entienden concretos y relaciones y resuelven los problemas cotidianos.
Las pruebas de coeficiente intelectual
(CI) están conformadas por preguntas o tareas que se supone que muestran cuanto
posee una persona de habilidades medidas al comparar su desempeño con las
normas establecidas por un grupo numeroso de personas que respondieron la
prueba en una muestra estandarizada. Las pruebas de desarrollo comparan el
desempeño de la bebé en una serie de tareas con normas establecidas a partir de
la observación de lo que muchos infantes y lactantes pueden hacer en ciertas
edades. Las escalas de Bayley de desarrollo de infantes y lactantes son una
prueba de desarrollo muy usada para evaluar niños de un mes a tres años y
medio. Las calificaciones indican las fortalezas, debilidades y competencias de
un niño en cinco ámbitos del desarrollo: cognoscitivo, lingüístico, motriz,
socioeconómico y conducta de adaptación.
La primera de las cuatro
etapas de Piaget de desarrollo cognoscitivo es la etapa sensoriomotriz. Durante
ella, los infantes aprenden sobre ellos mismos y su mundo a través de sus
actividades sensoriales motrices en desarrollo. Los bebés dejan de ser
criaturas que responde principalmente por reflejos y conducta azarosa y se
convierten en niños con objetivos. La etapa sensoriomotriz consta de ser
sub-etapas, que se seducen una a otra en la medida en que los esquemas del
bebé, es decir, sus patrones de organización del pensamiento y conductas,
incrementan su nivel de elaboración. Durante las primeras cinco sub-etapas, los
bebes aprenden a coordinar los datos de los sentidos y organizan sus
actividades en relación con su ambiente. En la última sub-etapa, la sexta,
pasan del aprendizaje por ensayo y error al uso de símbolos y conceptos para
resolver problemas. Durante las seis sub-etapas, los infantes desarrollan la
capacidad de pensar y recordar. También acumulan conocimientos sobre aspectos
del mundo físico, como objetos y relaciones espaciales. Un aspecto del concepto de objeto es la noción
de permanencia de objeto, la constatación de que un objeto o persona sigue existiendo aun cuando no esté a la vista. La
noción de permanencia de objetos se desarrolla de manera paulatina durante la
etapa sensoriomotriz. Mucho de los conocimientos que aprendemos sobre el mundo
los adquirimos no por observación ni experiencia, sino a través de símbolos,
que son representaciones deliberadas de la realidad. Por ello, aprender a
interpretar símbolos es una tarea esencial de la niñez; sin embargo, antes de
ellos, los niños deben contar con una mentalidad simbólica: estar atentos a los
símbolos y sus relaciones con lo que representa. Según la hipótesis de la
presentación dual, a los niños pequeños se les dificulta mentalmente un símbolo
y el objeto que representa al mismo tiempo, y por eso se confunde. El tiempo
que dedica un bebé a mirar diversos objetos es una medida de su preferencia
visual, que se basa en la capacidad de hacer distinciones visuales. La memoria
de reconocimiento visual se mide así: se muestra a un infante dos estímulos
lado a lado, uno familiar y uno desconocido. Cuando el bebé mira un nuevo
objeto durante más tiempo, significa que comprende que ya había visto el otro.
La memoria de reconocimiento recibida con la que ya se tiene; en otras
palabras, depende de formar y remitirse a representaciones mentales. Es posible que ver televisión impida el
desarrollo de la atención. Los niños desde el comienzo son eficientes para comprender e interpretar la
información de los sentidos califica bien en pruebas posteriores de
inteligencia. Además, no es grande la posibilidad de pronosticar el CI infantil
a partir de medidas de habituación y memoria de reconocimientos. Más aun, los
pronósticos que se basan solo en medidas del procesamiento de la información no
tienen en cuenta la influencia de los factores ambientales. Categorizar es
dividir el mundo en categorías significativas es vital para pensar en objetos o
conceptos y sus relaciones. Es la base del lenguaje, razonamiento, soluciones
de problemas y memoria; sin esta capacidad, el mundo sería caótico y sin
sentido. Entender la casualidad, el principio de que los sucesos tienen causas
identificables, es importante porque “así las personas pueden predecir y
controlar su mundo”. La memoria
implícita, que se desarrolla al comienzo de la infancia, atañe a los hábitos y
las destrezas que se adquieren sin esfuerzo. La memoria explícita es el
recuerdo consiente o deliberado de, por lo regular, hechos, nombres, sucesos y
otra información que pueda enunciarse y declararse. En la segunda mitad del
primer año, la corteza prefrontal y sus conexiones adquieren capacidad para
establecer una memoria de trabajo, que es un almacén de corto plazo donde se
deposita la información que procesa el cerebro y se preparan o se recuperan las
representaciones mentales. Los investigadores influenciados por la teoría
sociocultural de Vygotsky estudian las formas en que el contexto cultural
incide en las primeras interacciones sociales que fomentan las competencias
cognoscitivas. El termino participación guiada se refiere a las interacciones
reciprocas con adultos que ayudan a estructurar las actividades de los niños y
salvar la brecha entre lo que entienden unos y otros. Este concepto se inspiró
en la idea de Vygotsky de que el aprendizaje es un proceso colaborativo. El
lenguaje es un sistema de comunicación basado en palabras y una gramática.
Antes de que los bebes pronuncien palabras, dan a
conocer necesidades y sentimientos mediante sonidos que van del llanto a los
arrullos y balbuceos, hasta la imitación accidental y deliberada. Estos sonidos
se llaman habla prelingüística. Los niños dicen su primera palabra hacia el
final del primer año y empiezan a hablar con frases de ocho meses a un año
después. El llanto es el único medio de comunicación del recién nacido. Los
gestos simbólicos, como soplar para indicar caliente o respirar hondo para
decir flor, aparecen al mismo tiempo que los niños dicen sus primeras palabras
y funciona en buena medida como palabras. El vocabulario pasivo crece a medida
que la comprensión verbal se acelera, adquiere mayor precisión y gana en
eficiencia. Al principio, la adición de palabras nuevas al vocabulario
expresivo es lento. Los sustantivos son las palabras más fáciles de aprender. A
los 24 o 36 meses, los niños entienden el significado de adjetivos desconocido
a partir del contexto o de los sustantivos que modifican. El siguiente adelanto
lingüístico se presenta cuando un niño pequeño junta dos palabras para expresar
una idea. En algún momento entre los 20 y 30 meses, los niños muestran mayor
competencia en el manejo de la sintaxis, las reglas que indican como poner en
orden las frases del idioma. Los niños
entienden relaciones gramaticales que todavía no pueden expresar, los niños
pequeños reducen la extinción semántica de las palabras, los niños pequeños
también exageran la extensión semántica y los niños pequeños sobreextienden las
reglas, las aplican de manera inflexible pues no saben que hay excepciones. Los
bebés sordos empiezan a balbucear con las manos a los siete a diez meses, alrededor de la época en que los niños
oyen
empiezan a hacerlo con sonido. Los niños sordos también comienzan a usar frases
en lenguaje de señas más o menos al mismo tiempo que los bebés que oyen
empiezan a hablar con frases. El tremendo crecimiento del cerebro de los
primeros meses y años está muy vinculado con el desarrollo del lenguaje. Los
niños que crecen sin contacto social normal no desarrollan normalmente el
lenguaje. Tampoco los niños cuya exposición al lenguaje ocurre solo a través de
la televisión. Los padres y otros cuidadores cumplen una función importante en
cada etapa del desarrollo del lenguaje, porque: 1) Brindan oportunidades de experiencias
de comunicación, que motivan a los bebés a aprender a hablar, y 2) ejemplificar
el uso del lenguaje. Cuando los bebés empiezan a hablar, los padres o los
adultos que cuidan enriquecen su vocabulario mediante la repetición de sus
primeras palabras y pronunciándolas correctamente. Sin embargo, los niños que
aprenden dos idiomas tienen vocabularios menores en cada uno que los niños que
aprenden una sola lengua. Los niños bilingües usan elementos de los dos idiomas
en la misma emisión; es un fenómeno llamado mezcla de códigos. La interacción
social de la lectura en voz alta, el juego y otras actividades son
fundamentales para gran parte del desarrollo infantil.
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