viernes, 21 de marzo de 2014

UNIPAC - “Capítulo 1: El aprendizaje humano”





“Capítulo 1: El aprendizaje humano”




El aprendizaje es el proceso a través del cual se adquieren o modifican habilidades, destrezas, conocimientos, conductas o valores como resultado del estudio, la experiencia, la instrucción, el razonamiento y la observación. Este proceso puede ser analizado desde distintas perspectivas, por lo que existen distintas teorías del aprendizaje. El aprendizaje es una de las funciones mentales más importantes en humanos, animales y sistemas artificiales. El aprendizaje humano está relacionado con la educación y el desarrollo personal. Debe estar orientado adecuadamente y es favorecido cuando el individuo está motivado.
            El psicólogo americano Ernest H. Hilgard (1904-2001) definió el aprendizaje como un proceso a través del cual se origina una actividad nueva o se modifica una anterior, siempre que no sean respuestas a reacciones innatas[1], procesos de maduración o estados temporarios del cuerpo.
            En primer lugar, aprendizaje supone un cambio conductual o un cambio en la capacidad conductual. En segundo lugar, dicho cambio debe ser perdurable en el tiempo. En tercer lugar, otro criterio fundamental es que el aprendizaje ocurre a través de la práctica o de otras formas de experiencia.
            En tiempos antiguos, cuando el hombre inició sus procesos de aprendizaje, lo hizo de manera espontánea y natural con el propósito de adaptarse al medio ambiente. El hombre primitivo tuvo que estudiar los alrededores de su vivienda, distinguir las plantas y los animales que había que darles alimento y abrigo, explorar las áreas donde conseguir agua y orientarse para lograr volver a su vivienda. En un sentido más resumido, el hombre no tenía la preocupación del estudio. Al pasar los siglos, surge la enseñanza intencional. Surgió la organización y se comenzaron a dibujar los conocimientos en asignaturas, estas cada vez en aumento.
            “Ser humano es también un deber” (Graham Greene), el deber que tiene el ser, es forjarse día a día y mentalizarse que en esta vida no se regalan las cosas y que las aptitudes de cada uno solo las puede conseguir uno mismo, a veces puede ser ayudado por alguien e ir adquiriendo unas bases del conocimiento y hasta puede que a uno les sea más fácil que a otros, pero lo que es seguro es que todos tenemos que poner esfuerzo y si nos caemos debemos levantarnos una y otra vez. Seguramente es la mejor forma de aprender, basándonos en nuestros errores conseguiremos al final evitarlos.
            Recordemos que Píndaro (poeta griego), recomendó enigmáticamente: “Llega a ser el que eres”, lo que nos quiere decir es; toda la vida es un proceso de conocimiento de nosotros mismos, de hecho un buen conocimiento de nuestro propio equivale a poseer sabiduría, “Conócete a ti mismo”. El hombre es el único animal que debe esforzarse en construirse a sí mismo. Al resto de animales les basta con sus instintos, y por el contrario el ser humano deber realizar esfuerzos ingentes[2] para llegar a ser una autentica persona.
            El desarrollo del cerebro tras el parto es el origen de lo que se conoce como neotenia: el carácter prematuro del nacimiento humano, que conlleva una enorme vulnerabilidad y dependencia. El ser humano nace desvalido, y su proceso de crecimiento y maduración, su ontogénesis, es el más lento del mundo animal: a los 4 años, un chimpancé ya es adulto, y una cebra es capaz de andar y correr a los pocos minutos de nacer. La viabilidad biológica del ser humano (es decir, la posibilidad de supervivencia como individuo y como especie) depende del cuidado de los padres o de la tribu.
            En concreto, existe una capacidad permanente de aprender y ser educado, que se denomina neotenia, que nunca se completa. La neotenia es un fenómeno por el que seres vivos maduros y con capacidad para reproducirse mantienen características propias de los ejemplares jóvenes. El ser humano resuelve sus problemas empleando la gran capacidad cognoscitiva que posee. Gracias a ella no sólo puede manejar, transmitir y almacenar información indispensable para construir una cultura que supla carencias naturales, sino también disponer de respuestas diversas con respecto a un mismo problema. La conclusión lógica que podemos extraer de todo lo expuesto es que el ser humano carece de instintos.
            El proceso educativo de basa en la trasmisión de valores y saberes. Hay por lo tanto, un sujeto que enseña y otros que aprenden. El proceso educativo, por otra parte, puede ser formal o informal.
El nivel formal se desarrolla en instituciones educativas como escuelas o universidades, contando con docentes profesionales, programas de estudio aprobados por el estado y sistemas de evaluación que exigen al alumno el cumplimiento de ciertos objetivos.
            El nivel informal, en cambio, puede desarrollarse en el seno del hogar, en la calle o incluso de manera autodidactica. Los conocimientos que asimilan quienes aprenden, en este caso, no están sistematizados.
            Si el hombre fuese solamente un animal que aprende, podría bastarle aprender de su propia experiencia y del trato con las cosas. Nuestro maestro no es el mundo, las cosas, los sucesos naturales, ni siquiera ese conjunto de técnicas y rituales que llamamos “cultura”, sino la vinculación intersubjetiva con otras conciencias.
            La vida humana consiste en habitar un mundo en el que las cosas no solo son lo que son sino que también significan; pero lo más humano de todo es comprender que, si bien lo que sea la realidad no depende de nosotros, lo que la realidad significa si resulta competencia, problema y en cierta medida opción nuestra. Puede aprenderse mucho sobre lo que nos rodea sin que nadie nos lo enseñe ni directa ni indirectamente (adquirimos gran parte de nuestros conocimientos más funcionales así), pero en cambio la llave para entrar en el jardín simbólico de los significados siempre tenemos que pedírselo a nuestros semejantes.
            No es lo mismo procesar información que comprender significados. Incluso para procesar información humanamente útil hace falta previa y básicamente haber recibido entrenamiento en la compresión de significados. La verdadera educación no solo consiste en enseñar a pensar sino también en aprender a pensar sobre lo que se piensa y este momento reflexivo exige constatar nuestras pertenencias a una comunidad de criaturas pensantes.

El aprendizaje humano consiste en adquirir, procesar, comprender y, finalmente, aplicar una información que nos ha sido «enseñada», es decir, cuando aprendemos nos adaptamos a las exigencias que los contextos nos demandan. El aprendizaje requiere un cambio relativamente estable de la conducta del individuo. Este cambio es producido tras asociaciones entre estímulo y respuesta.


Bibliografía

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Miguel, J. (2009). Alma y Psique. Recuperado el 28 de 01 de 2014, de http://josemis2000.blogspot.mx/2009/05/llega-ser-el-que-eres.html.
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Rey, A. (s.f.). Somos Entes. Recuperado el 28 de 01 de 2014, de http://somosentes.wordpress.com/vocabulario/neotenia/.
Savater, F. (1997). El valor de educar. Mexico: Instituto de Estudios Educativos y Sindicales de América.
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[1] Que no es aprendido y pertenece a la naturaleza de un ser desde su origen o nacimiento.
[2] Que es muy grande o numeroso.

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